Link a la versión en inglés: https://www.cbi.org/article/new-insights-managed-retreat/

Hace poco tuve el privilegio de servir en el Comité Asesor de la conferencia llamada “¿En qué momento iniciar la relocalización programada? Construyendo resiliencia en la zona costera”, convocada por el Earth Institute de la Universidad de Columbia. El programa de la conferencia ofreció una plataforma para académicos, representantes de agencias gubernamentales, científicos, activistas y residentes para expresar sus perspectivas sobre la “relocalización programada”, una forma de “climigración” que normalmente implica la compra de propiedades privadas vulnerables por parte del sector público. Climigración es un término utilizado para describir el fenómeno más amplio de relocalizarse debido al cambio climático.

Cuando mis colegas de CBI y yo empezamos a trabajar en climigración hace cinco años atrás, en los Estados Unidos era difícil encontrar más de un puñado de personas hablando o escribiendo sobre la relocalización como consecuencia del clima. De hecho, empezamos la Red de Climigración hace varios años para conectar a las pocas personas que trabajaban en el tema, y así ayudar a construir un área de trabajo sobre la climigración liderada por comunidades. Esta red ha crecido muy rápido, y tanto las noticias como las investigaciones sobre el tema han aumentado de forma notable. Fue emocionante ver a cientos de personas participar en una conferencia dedicada al tema y convocada por una universidad líder.

Al final de la conferencia me solicitaron entregar unas reflexiones para cerrar el evento, junto a John Sutter de CNN y Bill Solecki de Hunter College. Preparar mis palabras en ese momento fue una experiencia emocional. Mis sentimientos eran confusos y me debatí durante toda la conferencia entre la pena y la esperanza, así que decidí abordar ambas emociones de la mejor manera posible. Por el lado de la pena, compartí lo siguiente:

  • Mi profunda tristeza por las múltiples maneras en que este tema pone en evidencia las inequidades de nuestra sociedad. Muchas personas que viven en los lugares más vulnerables de los EE.UU. son personas de bajos ingresos y/o personas de color, y eso no es coincidencia. Quienes asistieron a la conferencia expusieron cómo políticas racistas y discriminatorias en vivienda y ordenamiento territorial en el país han empujado durante décadas a poblaciones pobres y minoritarias hacia viviendas no adecuadas, en llanuras de inundación frecuente. También escuché historias de oradores que representaban a distintos pueblos originarios, quienes describieron las numerosas maneras de las cuales la sobrevivencia de sus culturas está entrelazada con sus tierras ancestrales, las cuales ahora enfrentan otra pérdida más.
  • Desde una perspectiva institucional, me sentí decepcionada por la ausencia de estructuras de gobernanza diseñadas para apoyar la escala de relocalización, en caso de que sea necesario. Los sistemas públicos de seguros, por ejemplo, ofrecen un respaldo necesario para las personas en situaciones vulnerables, pero también incentivan la reconstrucción y la permanencia en lugares que no son seguros. Además, casi todo el financiamiento público nacional y estatal para la relocalización se guarda en reserva hasta que ocurra algún desastre, en vez de estar canalizado de manera prudente para prevenir las catástrofes y ayudar a las personas a reubicarse antes de que ocurra una crisis.
  • Una oradora, Susi Moser, compartió los resultados de sus investigaciones sobre las altas tasas de depresión en las personas que trabajan en el tema del cambio climático, debido en gran parte a su tristeza (y de todos nosotros) por el daño que muchas personas están experimentando y experimentarán cada vez más.
  • La intensidad de la presión sobre las municipalidades para aumentar sus bases tributarias impulsan a ciudades y pueblos – incluyendo a los que intentan disminuir su huella de carbono y abordar proactivamente el cambio climático – a seguir construyendo en sitios inundables y otros lugares vulnerables, a pesar de conocer el daño que generarán estas acciones en el largo plazo.

Enfrentar mi tristeza me obligó a ordenar mis pensamientos en categorías que pudiera considerar, recoger y evaluar una a una. Cada categoría tenía su propia dinámica, al igual que sus causas y posibles soluciones. Experimenté algo que a menudo intento facilitar con mis clientes y actores involucrados cuando enfrentan temas que parecen no tener solución: la liberación y la percepción que llegan con la reflexión honesta y la disposición a decir las verdades difíciles. A través de este proceso, me sentí más conectada con los otros participantes en la conferencia, y con las personas cuyas vidas se están interrumpiendo debido a los impactos climáticos. Dar voz al dolor parecía abrir un poco de espacio mental y emocional para que la esperanza y el pensamiento creativo sobre los próximos pasos pudieran entrar de a poco. Entonces, por el lado de la esperanza, dije:

  • Me sentía alentada por todo el trabajo y los avances en la investigación. Empezó a surgir una comunidad de práctica, en la medida en que se han generado recursos y probado soluciones. Tal como me había dicho ese día mi colega de CBI Bennett Brooks [Mediador Senior], “Todavía tenemos tantas preguntas, pero nuestras preguntas se vuelven cada vez más inteligentes.” Hace pocos años, por ejemplo, soñábamos con tener una “caja de herramientas” para comunidades con interés en la relocalización programada. El Centro Climático de la Universidad Georgetown actualmente está desarrollando ese recurso, y lo publicará a inicios del 2020. Su trabajo resumirá casos de estudios, marcos de política pública y mejores prácticas que han salido de varios procesos comunitarios sobre la relocalización programada. Otro ejemplo es el ingenio con el cual se está abordando uno de los aspectos más desafiantes de la relocalización programada – la enorme cantidad de tiempo que se demora la compra de predios por parte del sector público, una vez que un propietario decide aceptarla. Ahora mismo hay varias personas desarrollando mecanismos para reducir el tiempo de espera considerablemente, haciendo que la relocalización sea una opción más razonable para residentes de ingresos medios y bajos.
  • El número de personas que están pensando y conversando sobre la relocalización programada está creciendo exponencialmente, y las voces son cada vez más diversas en términos de perspectiva y conocimiento personal, geografía y disciplina profesional. Por ejemplo, en la conferencia conocí a gente de todo el país, incluyendo Puerto Rico, Alaska y Hawái; a personas de pueblos originarios; y a gente de China, Japón y Brasil. La conferencia atrajo artistas, psicólogos y periodistas, además de los participantes tradicionales: académicos, agencias públicas y consultores.
  • Cada vez más gente está ampliando su mirada, desde un enfoque que se pregunta cómo retirarse de un lugar vulnerable hacia la investigación enfocada en el destino a establecerse. Este cambio podría tener como resultado cambiar el foco de atención desde la pérdida en un lugar hacia la ganancia en otro. Varios oradores hablaron de la importancia de incentivar la construcción de comunidad en lugares menos vulnerables, para que la gente pueda relocalizarse a lugares atractivos.
  • Vi una visión de un posible futuro pacífico. En su película Relocalización Programada, Nathan Kesinger documenta la transformación de una calle que regresó a su estado natural tras inundarse durante el Huracán Sandy. Las imágenes me dejaron con una sensación de tranquilidad, y con la idea de que quienes habían dejado el lugar habían hecho algo heroico. La investigadora Liz Koslov dijo que algunas personas que se relocalizan se sienten orgullosas porque saben que están regalando algo a los vecinos que se quedan, al expandir la barrera natural entre ellos y los impactos de la próxima tormenta.

Después de las conferencias, frecuentemente regreso a casa con la cabeza llena de pensamientos. Esta vez, mi corazón también estaba lleno, y con mucha razón. Participé en la conferencia en representación del CBI, una organización que se involucró en la climigración en gran parte porque creemos que la relocalización programada solo puede considerarse exitosa cuando toma en cuenta un amplio rango de experiencias humanas. Al inicio, cuando empezamos a trabajar con comunidades que buscaban abordar impactos climáticos, fuimos testigos de mucha resistencia a la idea de una relocalización programada. Tuvimos como hipótesis que parte importante de esa resistencia tenía que ver con la manera burocrática y técnica en la cual se abordaba el tema, sin examinar las necesidades de las personas que se deberán relocalizar. Uno de los principios claves de la Red de Climigración captura nuestro esfuerzo por cambiar esa dinámica:

Autodeterminación Local y Humanidad: Creemos que las voces locales deben determinar lo que quiere y necesita su comunidad en particular, y qué está dispuesta a hacer. Adicionalmente, las transiciones pueden ser emocional y psicológicamente difíciles, además de ser conmovedoras y plenas en oportunidades. Nos comprometemos a ayudar a las comunidades y a las personas a abordar abierta y constructivamente las dinámicas reales, personales y psicológicas de la climigración.

Al final, la relocalización programada significa que muchos propietarios tomarán la decisión colectiva de dejar un lugar que tiene significado para ellos. Es un rompecabezas masivo de la colaboración y CBI está colaborando para intentar resolverlo.

A través de la Red de Climigración, hemos proporcionado financiamiento y apoyo a habitantes que están probando nuevas e innovadoras maneras de abordar la climigración en sus comunidades. También tenemos un proyecto en Piermont, Nueva York, en un lugar que colinda con el Río Hudson y que ha experimentado cambios significativos en los niveles de agua durante la última década. Bennett Brooks está ayudando a líderes comunitarios en Piermont a convocar una serie de conversaciones entre vecinos sobre sus opciones de adaptación y relocalización. En Scituate, Massachusetts, hace poco finalicé un diagnóstico que reveló un gran interés entre miembros de esta comunidad costera en explorar la relocalización programada, lo cual resultó en una recomendación de la municipalidad para considerar esa opción seriamente. La municipalidad postuló y recibió ayuda del Consejo de Planificación del Área Metropolitana de Boston [Metropolitan Area Planning Council] para realizar un estudio de factibilidad sobre la relocalización programada.

En CBI y en la Red de Climigración queremos ampliar el círculo de comunicación e innovación sobre la climigración, y nos encantaría tener noticias de quienes se encuentran trabajando en el tema. Por favor no dude en contactarme si tiene ideas y le gustaría sumarse al esfuerzo de elegir la esperanza por sobre la pena mientras navegamos hacia esta desafiante transformación.