Escrito por Merrick Hoben y Larry Dixon

Febrero, 2020

Link al artículo original en inglés: https://www.cbi.org/article/extractives-and-climate-change-the-unspoken-community-impact/

 

Como expertos en el relacionamiento multiactor y la gestión de disputas en el área del desempeño social corporativo y con el sector extractivo, normalmente reflexionamos sobre el trabajo que hacemos – y cómo lo hacemos – en el contexto de proyectos específicos y no tanto sobre nuestro campo a nivel general. Reconocemos, sin embargo, que nuestros esfuerzos individuales contribuyen a un impacto colectivo más amplio, con resultados tanto positivos como negativos. Por lo tanto, decidimos parar un momento a pensar sobre lo que estamos aprendiendo a través de nuestro trabajo sobre los efectos de los proyectos extractivos en el cambio climático  y en el riesgo desproporcionado que estos proyectos pueden estar generando para las comunidades.

Los proyectos internacionales de gran escala ofrecen oportunidades para el desarrollo de las comunidades locales, a través de puestos de trabajo, contratos, capacitación y desarrollo económico. Cuando las empresas consultan a las comunidades sobre la realización de un proyecto, tienden a destacar los distintos resultados positivos que éste entregará y cómo mejorará sus vidas. Por cierto, hay ejemplos en que se produce este tipo de efecto positivo. Sin embargo, a veces las promesas de desarrollo no se concretan, y las comunidades quedan en peores condiciones que antes, ya sea por experimentar un incremento en la población, por cambios en el medio ambiente, problemas de derechos humanos y seguridad, o cambios en su modo de vida.

El cambio climático empeora algunos de estos impactos negativos, particularmente en el caso de proyectos de extracción de petróleo y gas. Datos científicos sugieren que los hidrocarburos emitidos a la atmósfera por empresas del rubro del petróleo y el gas juegan un rol significativo en el cambio de los patrones climáticos, los cuales están afectando la vida y sustento de muchas comunidades tradicionales, rurales y agrarias.

Creemos que quienes lideran proyectos de gran escala – especialmente de empresas extractivas y/o de petróleo y gas – tienen la responsabilidad de abordar no solamente la forma en que sus actividades afectarán a las comunidades locales, sino también cómo el cambio climático podría aumentar esos impactos.

NOMBRANDO LO QUE NO TIENE NOMBRE

No es tan común hablar con comunidades sobre el tema del cambio climático en el contexto de proyectos específicos. Las discusiones típicamente se enfocan en el diseño del proyecto, la creación de trabajos y mayores posibilidades de ingreso, y los impactos sociales y ambientales locales que pueda generar el proyecto de forma directa. A menudo no se nombran los múltiples aspectos desconocidos sobre el cambio climático, junto a la amenaza que éste presenta para culturas y modos de vida.

Por ejemplo, cuando las empresas hablan sobre cómo el uso del agua por parte del proyecto podría impactar a la comunidad, los que podrían verse afectados comprensiblemente se preguntan: “¿Todavía habrá suficiente agua para nosotros?” Normalmente, la planificación de un proyecto toma en consideración los patrones climáticos históricos. Lo que muchas veces no se conversa es cómo los cambios en patrones climáticos podrían resultar en que la zona presente menos (o quizás más) lluvia en el futuro.

Tanto la empresa como la comunidad se verán impactados por futuros niveles de precipitación, sin embargo, las comunidades se ven afectadas de manera desproporcionada. En sus acuerdos con autoridades, las empresas consiguen compromisos con respecto a cuánta agua pueden utilizar para un proyecto. Las operaciones son la prioridad, y la comunidad recibe lo que sobra. Este tipo de proceso podría funcionar si los datos climáticos fueran estables y no variaran, sin embargo, los patrones climáticos están cambiando y generando sequías extendidas que podrían provocar hambrunas en muchas partes del mundo. Por otra parte, en otros lugares la abundancia de lluvia  podría causar inundaciones, erosión y pérdidas de actividades que permiten el sustento de las comunidades.

No revelar los efectos climáticos proyectados es particularmente problemático para las comunidades que dependen de la agricultura, ya que el cambio climático amenaza este modo de vida y sustento. Ignorar los impactos climáticos durante la consulta ciudadana presenta un riesgo importante para las empresas extractivas, como ha sido documentado por el Compliance Advisor Ombudsman del Banco Mundial en Mongolia. Es más fácil abordar preocupaciones climáticas y posibles consecuencias para las comunidades durante la fase de diseño del proyecto, en vez de tener que abordarlas durante la fase de operación y sin un plan concreto. Es posible modelar, explicar y mitigar los cambios climáticos y sus implicancias antes de que empiece un proyecto, a través de la generación conjunta de información y otras técnicas para recopilar y analizar datos.

LOS LIMITES DE LOS PROCESOS ACTUALES DE CONSULTA

Actualmente, varios factores estructurales impiden la realización de consultas y diálogos significativos con comunidades sobre los impactos de un proyecto, incluyendo los efectos del cambio climático.

Primero, las comunidades típicamente no invitan a las empresas a desarrollar proyectos en sus territorios, especialmente en el caso de proyectos de petróleo y gas, sino que son los gobiernos quienes lo hacen. Mientras los gobiernos nacionales pueden querer que un proyecto tenga éxito para promover  el “desarrollo” del país, las comunidades y familias directamente impactadas por el proyecto son pasadas por alto en beneficio del “bien común.” Para los gobiernos, la meta es conseguir la inversión que pueda ofrecer un proyecto, por lo tanto, generalmente no existen muchas exigencias a la hora de realizar una consulta ciudadana, tal como hemos visto en nuestro trabajo en el Oeste de África, Tanzania, Madagascar, Arabia Saudita y otras partes del mundo. Como resultado de lo anterior, la mayoría de los miembros de la comunidad entienden poco sobre lo que implicará el proyecto en términos de cantidad de trabajos disponibles, cómo impactará sus vidas y cómo podría cambiar la región donde viven. Los programas orientados a apoyar las actividades económicas locales, acuerdos y los otros beneficios son, en el mejor de los casos, bien intencionados pero débiles. En el peor de los casos, pueden llegar a ser irresponsables, retrógrados, injustos y primitivos, dejando a algunas comunidades aún más marginalizadas que antes y con más dificultades para acceder a las ventajas de la economía global.

En segundo lugar, las empresas tienden a establecer la agenda durante la consulta y a lo largo del relacionamiento, dejando a las comunidades en desventaja y con menos poder debido a un proceso asimétrico. Las comunidades no tienen los mismos medios que las empresas para traer sus propios expertos que les ayuden a entender impactos (y datos) y tomar decisiones informadas. Su perspectiva es limitada y, por lo tanto, su capacidad de acción también lo es.

Finalmente, lo que quieren las comunidades, además de la prosperidad, es vivir sus vidas, mantener su cultura, y ser tratadas con respeto y justicia. Pocas comunidades buscan un desarrollo económico que implique que una empresa tome su tierra o cambie el medio ambiente. Estas han sido experiencias profundamente dolorosas y traumáticas. Para muchas personas tradicionales, la tierra es de los ancestros y es parte central de su vida y existencia. Las comunidades ceden sus tierras, pero porque no tienen mucha opción. Aún peor, las medidas de mitigación para abordar la perdida de sus tierras y los cambios en sus modos de subsistencia a menudo dependen de patrones climáticos volátiles y microclimas desconocidos, haciendo que los mecanismos de adaptación de las comunidades (los cuales han evolucionado durante generaciones en respuesta a condiciones y geografías locales) pierdan mayor relevancia.

LAS IMPLICANCIAS – ¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO?

Se necesita relacionarse de mejor manera con las comunidades para que éstas entiendan los proyectos y sus efectos, especialmente sobre cómo el cambio climático podría incrementar los impactos negativos del proyecto, usando conocimiento experto y local, y utilizando el diálogo y la negociación para determinar si los proyectos debieran proceder, y cómo deberían hacerlo. Si bien los procesos de participación y generación de información en conjunto ofrecen varios caminos para lograr lo anterior, el arte de la consulta significativa, objetiva y basada en datos debe seguir profundizándose.

Es claro que los efectos del cambio climático generarán una carga aún más grave para las comunidades en los próximos años. Parece ser importante abordar el tema antes de que sea tarde.

Dando un paso hacia atrás, vemos varias preguntas para considerar y conversar, esperando que esto lleve a buenas prácticas que mejoren las vidas de las comunidades impactadas y disminuyan los riesgos sociales que puedan ser prevenidos para las empresas:

  • ¿Se puede considerar un derecho humano de las comunidades afectadas el ser informadas sobre los riesgos climáticos?
  • ¿Cuáles son los incentivos para que la industria extractiva empiece a conversar sobre el cambio climático con las comunidades, y cómo se puede lograr que esto suceda de manera eficaz y responsable?
  • ¿Hasta qué punto las Evaluaciones de Impacto Ambiental y Social y los planes de gestión toman en consideración los riesgos futuros del cambio climático, tanto para la mitigación de riesgos como para asegurar que los beneficios del proyecto serán relevantes y sostenibles para futuras generaciones en un clima cambiante?   
  • ¿Es hora de tener un debate más profundo sobre el rol crítico que juegan las instituciones financieras internacionales en el cambio climático? Muchas de estas instituciones hacen esfuerzos para mitigar el cambio climático, y a la vez financian proyectos extractivos y de petróleo y gas, lo que aparentemente inhibe nuestro progreso en la mitigación de riesgos climáticos.

Esperamos que estas reflexiones puedan ayudar a quienes trabajan en el ámbito del relacionamiento entre empresas y comunidades en el sector extractivo a unirse para abordar impactos climáticos, para nuestros hijos y sus familias, y para las familias de futuras generaciones.  

Sobre los autores

Merrick Hoben es Mediador Senior del CBI y lidera el área de práctica sobre relacionamiento entre empresas y comunidades. Larry Dixon es Consultor Senior para Triple R Alliance y es un líder en el campo de la responsabilidad social empresarial y participación multiactor.