CBI se ha encontrado recientemente invirtiendo mucho tiempo en los húmedos calores de las regiones en Guatemala y la Amazonía Peruana con producción de aceite de palma, al igual que en las mucho más frías latitudes costeras del sur de Chile, donde cada año son cosechados cerca de 5 mil millones de dólares en salmón.

Aunque diferentes en muchos aspectos, tanto el aceite de palma como el salmón ofrecen lecciones de peso acerca de los pasos necesarios para guiar los comportamientos y actitudes hacia prácticas más sustentables dentro de América Latina. Desde la perspectiva que tenemos en CBI, nos encontramos particularmente interesados en cómo los diferentes actores pueden colaborar en su trabajo para redefinir expectativas y hacerse cargo de importantes asuntos de legado. También estamos cada vez más enfocados en el trabajo que necesita ocurrir dentro de las compañías y demás organizaciones antes de que las transformaciones puedan tener lugar. Los mediadores senior Merrick Hoben y David Plumb se reunieron recientemente para comparar sus notas sobre el trabajo de CBI en las situaciones del aceite de palma y el salmón. De esto emergieron tres lecciones principales.

Canalizar la presión desde el exterior para fortalecer el cambio en el interior

Merrick: En ambos sectores hemos notado un rol clave de las organizaciones no-gubernamentales y la presión desde los mercados internacionales para impulsar mejores prácticas en temas de derechos humanos, el medio ambiente u otros posibles impactos. Normalmente, a CBI solo se le pedía que se involucrara una vez el conflicto ya había estallado. Esto está cambiando. En el caso de Guatemala, una empresa grande de aceite palma fue denunciada de transgresiones en materias de derechos humanos y el medio ambiente. No estaba claro al principio si la compañía estaba dispuesta a comprometerse para realizar cambios profundos, por lo que tuvimos que ser explícitos: solo podríamos involucrarnos si esta disposición existía. Más tarde, y una vez hubo sobre la mesa un compromiso real, vino la parte difícil: cómo ayudar a la compañía en su camino de transformación. Trabajando junto a The Forest Trust, diseñamos una serie de esfuerzos pensados en fortalecer sus capacidades para conectar los nuevos compromisos de los líderes de la empresa con las realidades de la producción operativa. Más importante aun, descubrimos que el trabajo real ocurrió al conectar los sistemas operativos de la empresa con las nuevas habilidades y sensibilidades de manejo de conflicto, como ocurrió a través del mecanismo de reclamos de la compañía.

David: Nuestro trabajo con el cultivo de salmón en Chile comenzó en el contexto de varios actores internacionales promoviendo estándares ambientales y sociales más altos, desde el uso de mecanismos de certificación. Hace un año y medio comenzamos a colaborar con Rabobank, un prestamista importante en la industria, y con WWF, la organización global dedicada a la preservación, en la elaboración de una caja de herramientas y una guía para el relacionamiento responsable con las comunidades, en línea con los estándares sociales del Aquaculture Stewardship Council (ASC). Estos estándares son un punto de referencia de la producción responsable: organizaciones como WWF los usan como herramientas para impulsar mejores prácticas. La caja de herramientas fue construida a través del diálogo con las comunidades, compañías y otros actores relevantes. Como tú bien decías, Merrick, ahora estamos entrando en la “parte difícil”: facilitar un grupo de trabajo compuesto por nueve grandes productores de salmón que buscan trabajar pre-competitivamente para mejorar su desempeño social, donde la caja de herramientas nos servirá como guía. También estamos empezando a desarrollar una versión de la caja de herramientas apuntada específicamente a los dirigentes comunitarios y las autoridades locales.

Impulsando el liderazgo en sustentabilidad a todos los áreas del negocio

Merrick: Incluso cuando hemos visto comprometidos con la sustentabilidad a los liderazgos de una compañía, aun existe una cierta dificultad al intentar esparcir ese compromiso a través de las distintas áreas del negocio. La responsabilidad social se encuentra típicamente en un silo, en manos de profesionales de responsabilidad social empresarial (RSE) o recursos humanos, sin roles operativos, o también en equipos de relacionamiento comunitario con poco peso institucional. Aquí es cuando generalmente las cosas comienzan a distorsionarse, ya que la coherencia hacia los acuerdos sociales y ambientales puede diluirse rápidamente en otras áreas, tales como la seguridad, el área legal o el trabajo de interacción con los trabajadores. En una visita reciente a una serie de fincas extensas de aceite de palma en la Amazonía, ubicadas a cientos de millas de la casa matriz, vimos claramente la disonancia entre la visión de los ejecutivos sobre asuntos comunitarios y el entendimiento más matizado del equipo de producción en terreno. Lo que parece funcionar bien es tener dispuestos a los altos ejecutivos a realizar visitas con los oídos atentos a las operaciones en terreno, empoderando a los que se encuentran en las primeras líneas de producción para implementar las acciones, fijando siempre la barra muy alta en lo que respecta a las expectativas de desempeño social.

David: Sin duda. El grupo de trabajo de salmón está compuesto por profesionales de sustentabilidad y recursos humanos, y encargados de las certificaciones. Además del desafío de esparcir las prácticas a lo largo y ancho de sus organizaciones, estos actores también han planeado estrategias que buscan conectar a sus gerentes con el proceso en los momentos clave, para así asegurar que las personas con los niveles más altos de toma de decisión estén alineados con la nueva manera de pensar.

Reconocer el pasado, para así avanzar

Merrick: Finalmente, hemos notado lo importante que es para las compañías que buscan hacer progreso en su actuar social y medioambiental, el reconocer proactivamente los errores o el daño que ya han causado. Hacerse cargo de lo que no ha ido bien en ocasiones anteriores importa un montón a la hora de fortalecer las relaciones a lo largo del tiempo con los grupos sociales impactados. Aun así, no basta con solo el reconocimiento. La realidad es que el manejo predecible, sistemático y efectivo de los nuevos retos que se presentan a medida que los contextos van evolucionando, a la par con una comunicación abierta y sostenida con los grupos afectados, son las bases para construir confianza. Por mucho que importe la humildad, no esperes que el impacto de un mea culpa sea instantáneo. Conviene más apuntar a ser un mejor compañero en una transformación social, realizando esfuerzos paso a paso.

David: Esta es un área en la que nuestras experiencias recientes con el aceite de palma y las salmoneras difieren, quizás debido a las distintas naturalezas e intensidades de los conflictos. No se escuchan muchos mea culpas de parte de la industria del salmón en torno a los errores del pasado. Esto es algo que el grupo de trabajo quizás podría trabajar en un futuro.