November 17, 2019
escrito por Betsy Fierman
La semana pasada, después de dar un taller sobre empresas y derechos humanos en Antofagasta, mis colegas y yo nos subimos a uno de los pocos taxis que estaban circulando. Al subir, le preguntamos al conductor si pensaba que íbamos a poder llegar al aeropuerto, pues muchas organizaciones habían llamado a un paro nacional en el contexto de la crisis social que está sacudiendo al país, y habíamos escuchado que varios caminos estaban bloqueados por barricadas. ¿Su respuesta? Un comentario grosero insinuando que todos los manifestantes eran inmigrantes cometiendo actos violentos al otro lado de la ciudad. Además de ser racista, su comentario era incorrecto en cuanto a los hechos. Al igual que las protestas ocurriendo a lo largo del país, la mayoría de los manifestantes en esa ciudad norteña eran chilenos marchando pacíficamente demandando cambios sociales.
Mis colegas y yo reclamamos contra de su lenguaje denigrante, y le dijimos que veníamos saliendo de un taller sobre derechos humanos. Él se veía un poco perplejo, pero moderó su lenguaje. Luego, mis colegas hicieron otra cosa: se colocaron sus audífonos y miraron sus celulares. No hablaron ni escucharon más al taxista.
La crisis en Chile, como otras crisis sociales ocurriendo alrededor del mundo, es compleja y requerirá de soluciones políticas sofisticadas, incluyendo el proceso anunciado hace poco para elaborar una nueva constitución. Pero la crisis también exige algo que pareciera ser sencillo: si una nueva constitución va a ser representativa; si nuevas políticas públicas van a abordar las preocupaciones legítimas de una sociedad diversa y; si la ciudadanía va a estar involucrada de manera significativa en estos esfuerzos, entonces tendremos que escucharnos y seguir dialogando, aun cuando no nos guste lo que dice “el otro lado.” De alguna manera, tenemos que combatir las ganas de ponernos los audífonos cuando escuchamos algo que es poco atractivo o con lo cual no estamos de acuerdo.
Si no podemos hacerlo, entonces ¿Cómo podemos construir acuerdos amplios que tomen en cuenta distintos sectores, prioridades y puntos de vista? Si la gente no se siente cómoda expresando sus diferencias, entonces: ¿Cómo pueden los cabildos ciudadanos o los diálogos del sector privado lograr poner “arriba de la mesa” un rango completo de perspectivas y realidades? ¿Cómo podremos llegar a tolerar la diversidad dentro de la sociedad si no podemos conversar con personas que piensan de manera diferente que nosotros?
Esto nos lleva de vuelta al taxista. A pesar de lo que parece ser un “acuerdo” general sobre la necesidad de cambios en Chile, la mayoría de las conversaciones hoy en día parecen estar ocurriendo dentro de círculos de amigos y conocidos con ideas similares. Abundan los prejuicios: los ricos, que son “codiciosos” y a quienes “no les importa nadie más”; los manifestantes, que son “anárquicos” y “no han trabajado ni un día en sus vidas”; la idea de que todo este movimiento de alguna manera ha sido coordinado por estados extranjeros e inmigrantes.
Escucharnos e interactuar, a pesar nuestras diferencias no es la solución completa para la crisis que está viviendo Chile, pero es una parte importante para poder avanzar. Es algo que necesita pasar a nivel local, regional y nacional, dentro y entre sectores. Pero, ¿cómo se hace? Aquí van algunas ideas:
Después de un rato, su retórica anti-inmigrante se enfocó en la debilidad de la seguridad social del país, la cual – a su juicio – no se hace cargo ni de la población creciente de personas migrantes ni de trabajadores mayores como él. Resultó que estábamos de acuerdo en que Chile necesita mejores pensiones, salud y educación, y una nueva constitución. Me bajé del taxi pensando en que ojalá todos pudiéramos sostener mejor las conversaciones difíciles con personas con las cuales no tenemos opiniones parecidas. Probablemente, es el único camino hacia un diálogo más constructivo sobre nuestro futuro compartido.
Crédito de la foto: Protestas chilenas 2019 en Puerto Montt por Natalia Reyes Escobar (sin cambios), CC BY-SA 4.0