Mediación de políticas públicas ambientales en la playa

Durante un día caluroso y pegajoso en la playa, durante el feriado por el día de la independencia de los EEUU hace casi una década, un grupo de adultos comenzó a gritarme furiosamente imitando los sonidos de un cuervo: “¡Cah! ¡Cah!” Vestida con mi uniforme de guardaparques, caminaba por la playa como monitora y educadora de conservación de aves playeras para una organización sin fines de lucro cerca  de Boston, Massachusetts. Mi trabajo se enfocaba en las zonas urbanas costeras, interactuando principalmente con una población que hablaba más  español - mi lengua materna - que otros idiomas. Los chorlitejos silbadores (piping plovers, en inglés), entre otras especies protegidas por la Ley de Especies en Peligro de Extinción, anidan en la arena de estas playas, lo que provoca el cierre de ciertas secciones durante la nidificación, la eclosión y el emplumamiento. Sin darme cuenta, me había interpuesto entre los visitantes y la playa a la que querían acceder.

Aunque no lo sabía en ese momento, ésta fue una de mis primeras experiencias en la gestión de conflictos sobre políticas ambientales. No tenía las herramientas de mediación que tengo hoy, pero recuerdo que logré desescalar la situación. Pude mantener la calma, recordando a las personas que solo era la mensajera, que estaba siguiendo el protocolo de la agencia y que estaría feliz de hablar sobre cualquier inquietud que tuvieran respecto a la implementación de las regulaciones. Me aseguré de hacer preguntas abiertas sobre por qué estaban molestos, resumiendo  los puntos clave que mencionaban para asegurarme de que los estaba entendiendo y dejando espacio para cualquier pregunta aclaratoria que tuvieran.

Aunque no disfruté de que me gritaran como cuervos, sí disfruté de disminuir la intensidad de la situación. Después de conversar, quedó claro que los "cuervos" no estaban enojados conmigo personalmente, sino con las leyes que protegían a estas aves, leyes que les prohibía visitar partes de la playa que amaban y con las cuales se  habían criado. A su vez, les transmití que el regreso de estas aves playeras era una señal de una mejor salud del ecosistema costero. A medida de que se delimitaban partes de la playa para que las aves pudieran anidar, la costa se volvería más saludable con el tiempo, lo que le permitiría  al público disfrutar de la playa por generaciones, tal como lo habían hecho en el pasado. No solo se beneficiarían las aves playeras, sino también las personas y otras especies silvestres, incluyendo los cuervos.

Durante mi tiempo como monitora de aves playeras, tanto las personas locales que visitaban  la playa como las personas responsables de las políticas públicas me enseñaron sobre la complejidad de los problemas ambientales, incluyendo cómo elementos sociales como raza, nivel socioeconómico, educación y el acceso influyen en las políticas ambientales. Las regulaciones no son universales: las personas con diferentes condiciones de vida, experiencias y antecedentes pueden entender y verse afectadas de maneras muy distintas por un mismo conjunto de normativas. Ahora, como Asociada Senior en el Consensus Building Institute (CBI), he podido construir sobre aquella experiencia en la playa, enfocando mi carrera profesional en comprender las políticas públicas ambientales complejas y a la vez, entender y respetar los valores e intereses de los distintos actores involucrados. Hasta ahora, me he enfocado en temas asociados a océanos y costas,  clima y energía, y en el trabajo con miembros de comunidades locales para abordar  problemas de justicia ambiental. Este último aspecto - la justicia ambiental - ha sido un denominador común en todo mi trabajo y estudios.

CBI maneja una asombrosa variedad de proyectos y desafíos dentro de este campo. Hasta ahora, mi trabajo ha incluido la creación del primer Grupo de Trabajo Técnico sobre la Justicia Ambiental para la Energía Eólica Marina en el Estado de Nueva York; el liderazgo de una estrategia de participación comunitaria robusta y exitosa para la visión del Frente Marítimo del Río Mystic en área de Boston; la mediación de un  grupo de trabajo comunitario en un sitio complejo de remediación de desechos peligrosos en Long Island, New York; y la facilitación del Grupo de Trabajo sobre Resiliencia Comunitaria del Estado de Maine para la actualización del galardonado plan de acción climática 2020, "Maine Won't Wait".

A medida que las tensiones sociopolíticas y ambientales aumentan en todo el mundo, construir consensos se vuelve cada vez más importante. Ahora estoy entusiasmada por expandir mi experiencia en la gestión de conflictos ambientales a nuevos sectores y geografías. Recientemente, he dado el mayor salto de mi carrera: regresé al lugar donde me enamoré de las personas y del medio ambiente, mi país natal, Chile. Volver como profesional al lugar que dejé cuando era una niña ha sido una meta personal de toda la vida. Por eso,  trabajé arduamente para obtener becas que me permitieran hacer mi investigación de posgrado en Puerto Rico, me enfoqué en comunidades urbanas costeras en barrios predominantemente hispanohablantes en el área metropolitana de Boston, y busqué trabajar en CBI, que se ha convertido en un líder en el ámbito de la mediación en Chile y América Latina.

Me he dado cuenta de que hay muchas continuidades en mis experiencias. Esto se vuelve especialmente claro cuando considero que, como facilitadora, mediadora, comunicadora y articuladora comunitaria en el espacio ambiental en América Latina, sigo haciendo el tipo de trabajo que comencé aquel ruidoso día en la playa.

 

Melanie Gárate, radicada en Santiago, Chile, bilingüe en inglés y español, trabaja en toda América Latina y Estados Unidos. Puedes acceder al currículum de Melanie aquí. Para obtener más información, comuníquese con ella en mgarate@cbi.org y conéctese con ella en LinkedIn.